Ya
no es un secreto que la contaminación ambiental es causante de muchas
enfermedades en los seres humanos, las cuales están relacionadas principalmente
con los ojos y del aparato respiratorio, entre ellas la bronquitis, el asma, el
enfisema pulmonar, y los resfriados frecuentes que ocasionan el mayor número de
ausencias en trabajos y escuelas. Junto a estos males, hay que considerar que
recientes investigaciones han descubierto que en los ambientes contaminados con
hidrocarburos, y en el carbón negro que se usa para la fabricación de
neumáticos, existen sustancias cancerígenas.
Ya
ha sido demostrado que el cáncer pulmonar afecta a los fumadores, aunque
también se ha comprobado que las personas que no fuman, y que están expuestas
al humo del cigarro, tienen una gran posibilidad de contraer cáncer.
Fábrica
altamente contaminante. Imagen obtenida de Flickr, autor: surfercosmovision
/iago.
En
los últimos años han surgido nuevas enfermedades virales a causa de la
contaminación ambiental y diversas afecciones de la piel, entre las que también
figura el cáncer.
Tras
este panorama nada alentador, nuevos estudios relacionan la exposición a la
contaminación ambiental con enfermedades cardiovasculares como la trombosis
venosa y la arterioesclerosis. Un estudio realizado en la Escuela de Salud
Pública de Harvard (EEUU) comparó los análisis de 870 pacientes diagnosticados
de trombosis venosa profunda con más de mil pacientes sanos.
Los
resultados mostraron que las personas que habían padecido una trombosis venosa,
en general, fueron sometidas a una mayor exposición a la contaminación
atmosférica que los controles sanos, evidenciando que por cada aumento en la
exposición durante el año anterior de 10 microgramos por metro cúbico de
partículas, el riesgo de trombosis aumentaba en un 70%. Así mismo, se demostró
que la coagulación sanguínea de los pacientes expuestos a mayores niveles de
contaminación era más corta, lo que constituye un factor determinante para la
formación de trombos. En otras palabras, mayores niveles de contaminación
significan más personas que padecen males cardíacos.
Podría
ser una perfecta conclusión, pero hay más. Esta vez, se trata de los factores
que influyen en la arterioesclerosis, a los ya conocidos como el tabaco, la dieta
inapropiada o la falta de ejercicio, hay que añadir a la contaminación
ambiental. Pues si, nuevos estudios epidemiológicos han confirmado que en los
días de mayor nivel de contaminación hay más personas que sufren afecciones
cardíacas, lo que formula otro planteamiento ¿La exposición diaria a la
contaminación debería considerarse un nuevo factor de riesgo cardiovascular?
Ya
ha sido demostrado estadísticamente que existe una relación entre el nivel de
contaminación atmosférica y la incidencia de cardiopatía isquémica (anginas e
infartos de miocardio), arritmias e insuficiencia cardiaca. Cada uno de los
estudios efectuados demostró el papel de las partículas contaminantes en la
génesis de las lesiones arterioscleróticas. Incluso, una prueba llevada a cabo con
4.500 individuos residentes en tres ciudades del área industrializada de la
región del Ruhr, en Alemania, reveló que el grado de calcificación arterial
estaba directamente relacionado con la distancia entre la vivienda y el tráfico
pesado. En comparación con los individuos que vivían más alejados, la
calcificación fue un 63% más alta para los que vivían a menos de 50 metros.
Lamentablemente,
pese a los resultados en las pruebas realizadas en animales, todavía no puede
afirmarse que en humanos ocurra lo mismo.
Un
nuevo riesgo
La
trombosis venosa es la presencia de un coágulo sanguíneo en una vena, y la
respuesta inflamatoria que le acompaña. Puede producirse tanto en el sistema
venoso superficial, como en el profundo, produciéndose la mayoría de ellas en
las venas de las extremidades inferiores, y principalmente, en las situadas por
debajo de la rodilla.
Si
bien hay una serie de factores que predisponen a la aparición de una trombosis,
la Asociación Americana del Corazón ha logrado obtener evidencias que
demuestran los riesgos cardiovasculares que conlleva la exposición a la
contaminación ambiental, siendo los mayores de edad, los diabéticos, las
personas que padecen una enfermedad pulmonar o coronaria y quienes pertenecen a
un sector socioeconómico bajo, los grupos más perjudicados.
Sin
embargo, se han encontrado pruebas suficientes para concluir que una breve
exposición a niveles elevados de contaminación aumenta la mortalidad de
enfermos cardiacos. Igualmente, se ha podido demostrar que las exposiciones
prolongadas reducen varios años la esperanza de vida de las personas, y los
ingresos hospitalarios, debido a enfermedades cardiovasculares y pulmonares, se
incrementan ante grandes concentraciones de polución.
Estos
tres efectos, mencionados anteriormente, son la consecuencia directa de lo
perjudicial que puede ser la contaminación sobre los seres humanos. Este
estudio arrojó datos preocupantes, que señalan que cerca de las 40 mil muertes
que se producen cada año en Austria, Francia y Suecia, se atribuyen a las
partículas que contaminan.
Un
dato a tener en cuenta, es que una de las sustancias contaminantes más dañinas,
es el humo que respiran los fumadores pasivos. Varios estudios muestran que el
humo de los cigarrillos es el mayor culpable de la contaminación del aire en
los espacios cerrados. Motivo por el cual, se ha considerado que prohibir el
tabaco en los lugares de trabajo, restaurantes y bares debería ser una
prioridad en todas las comunidades. Pero eso no es todo, las muestras revelan
que las personas que viven cerca de una carretera tienen más probabilidades de
morir por una causa cardiovascular que quienes habitan en otro lugar y no
respiran a diario las sustancias que desprenden los vehículos.
Un
camino cada vez más corto
Si
bien vemos que la contaminación está directamente relacionada con el aumento de
las urgencias cardiovasculares en las ciudades, es necesario tener en cuenta
que también influyen en el porcentaje de las muertes de sus habitantes. Según
un trabajo elaborado por la Escuela Valenciana de Estudios para la Salud, se ha
demostrado en España la relación entre los niveles de contaminación atmosférica
y las urgencias cardiacas. Un estudio similar, atribuye a la contaminación
hasta el 6% de los fallecimientos en Austria, Francia y Suiza.
Lo
alarmante de estos estudios, es que no es necesario vivir en Cracovia o Atenas
(dos de las ciudades europeas que padecen una peor salud medioambiental) para
sufrir los efectos de la polución. En lugares con niveles de contaminación
medios, entre los se encuentran las principales ciudades españolas, el humo del
tráfico y el industrial, interviene de forma notable en patologías
cardiovasculares, hasta el punto en que se han convertido en uno de los
factores principales que influyen en acortar la vida de los ciudadanos. Como
para salir corriendo.